Versión original del texto que escribí para el catálogo de la exposición Fields en Amós Salvador (España)
ELOGIO
A LA
NO-MATERIA
POR ANA MONTIEL
Nikola Tesla decía que en el momento en el que la ciencia comenzara a estudiar fenómenos no físicos se progresaría en una decada más que en todos los siglos anteriores.
A menudo tengo un sentimiento recurrente, me da la impresión de que los humanos no nos enteramos de muchas cosas al querer percibir y medir todo de una manera tan materialista (cuantificando y haciendo pruebas como se hacía en la antiguedad). Algunas ramas de la ciencia moderna llevan décadas tratando de desmontar el monopolio de dicho materialismo, enunciando ideas como la de que la realidad que percibimos es una mera alucinación colectiva o que lo que entendemos como materia en realidad no es sólido sino energía. Toda solidez es una ilusión, pero como nuestros sentidos son tan “hiper-realistas”, la percepción que tenemos de nuestro entorno a través de ellos se nos manifiesta de una manera que nos hace sentirla como indudablemente sólida.
Richard Feynman (premio Nobel de Física de 1965) creía que es mucho más interesante vivir reconociendo que no sabemos, a creer tener respuestas que pudieran ser incorrectas. Él admitía tener respuestas aproximadas, creencias posibles y diferentes grados de incertidumbre sobre una variedad de temas, pero que no estaba completamente seguro de nada. Él no sentía miedo al no saber las cosas, al sentirse perdido en un universo misterioso del cual no conocía su propósito; se podría decir que estaba cómodo en la incertidumbre. Yo aunque no esté quizás tan cómoda con la perplejidad como Feynmann lo estaba, a menudo, la búsqueda de lo desconocido hace que me encuentre a mí misma envuelta en un sentimiento de éxtasis y una sensación de aventura tan estimulantes que me hacen reconocerlos como los motores que me mantienen en movimiento. Soñar con colores que todavía no conozco, aprender sobre todas las disciplinas posibles o tratar de traducir ideas o percepciones que coquetean con lo inefable a obra artística; todo es una excusa para aprender y encontrar significado. Siento que el camino es lo más importante, el proceso. Las obras funcionan a modo de testigos de este viaje de investigación.
LA DICTADURA DE LOS SENTIDOS
¿Por qué algo tiene más credibilidad si lo vemos o tocamos que cuando lo sentimos? ¿Y la cantidad de veces que hemos creido ver algo que no estaba ahí, escuchado una cosa que era imposible o errado al no percibir con nuestro paladar un elemento muy protagónico dentro de una receta? ¿Por qué será que dotamos de tanta credibilidad a nuestros cinco sentidos cuando la neurociencia nos dice una y otra vez que lo que percibimos son puras conjeturas e impresiones de lo más subjetivas?. Siempre que estamos percibiendo, en realidad lo que estamos haciendo es crear (nosotros influenciamos el resultado de manera activa con nuestro proceso cognitivo). ¿Ayudaría a resolver esta disonancia el ampliar la categorización de nuestros sentidos y añadir un par adicionales basados en sentimiento e intuición? Creo que podría ser como cuando nuestro lenguaje evoluciona y se amplía para expresarnos de una manera más rica y precisa.
¿De qué depende el que creamos en algunas cosas y en otras no? ¿Negarías la existencia del amor solo por lo impreciso e improbable que es llevar a cabo una medición del mismo? ¿Acaso no resulta un poco hipócrita el que las emociones se consideren subjetivas pero los sentidos con los que percibimos no? ¿Nos causa inestabilidad el saber que no hay nada físico y que todo son cúmulos de energía? A veces, cuando reflexiono sobre estos temas se me genera un nudo en el estómago y siento un poco de vértigo, el abismo de posibilidades infinitas que comienzo a ponderar me resulta abrumador y emocionante a partes iguales.
Hay una teoría del multiverso que plantea que esta realidad que experimentamos es una mera simulación virtual. ¿Simulación? ¿Acaso la ardilla que veo subir por el guayabo en el jardín es un espejismo? La ciencia dice que tanto la ardilla, como el guayabo, como yo somos simulaciones. Ninguno somos matéricos y solo somos expresiones de energía en movimiento, comparable a la que podemos vivir con un videojuego de última generación para los que se utilizan uno de esos casquitos de realidad virtual. Esta teoría es igual de descabellada que cualquier otra que podamos tener acerca de la realidad que experimentamos. Reflexionándolo con calma todo es igual de especulativo y misterioso cuando uno está indagando en la naturaleza de esta experiencia que vivimos. Todo ilusiones, desde el claroscuro tan mágico que crea una noche de luna llena en el desierto hasta el taco de aguacate que estoy por comerme, estoy co-creando todo lo que percibo.
Fields es un homenaje a lo intangible, un respiro personal en la dictadura de este mundo material ilusorio. Una reflexión acerca lo que posiblemente existe aunque yo no me entere. Siento que es como tender la mano a algo o alguien que probablemente nunca llegue a conocer. Fields es un ejercicio de fé disfrazado de aventura cromática.
ESTABILIDAD Y SOLIDEZ, DOS CARAS DEL MISMO ESPEJISMO
Para mí, la idea de la seguridad es casi tan esquiva como la de la solidez. Lo que parece inamovible un día, al siguiente puede ser un recuerdo. La vida me comunicó esto alto y claro en mi adolescencia con la enfermedad y muerte de mi madre. Lo que parecía un pilar imperturbable presente en mi vida amenazaba con convertirse en historia. Después del shock, la negación, la crisis y el llanto, la reacción pseudo-zen que conseguí tomar para seguir adelante con la vida fue una actitud carpe diem con la que abracé cada día como si fuera el último. Exprimiendo posibilidades y vivencias hasta donde me fuera posible.
A día de hoy, a pesar de extrañar a ese maravilloso ser a diario, el sentimiento de agradecimiento que tengo hacia ella y la situación es mucho mayor que la tristeza. ¡Tanto que agradecer a mi madre hoy y siempre, tanto que agradecer a la vida! El aprendizaje y el crecimiento que significa una experiencia así es impagable. La tristeza la trae el apego. Si hubieramos sido educados con un enfoque basado en la impermanencia con una conducta de desapego, siento que llevaríamos mejor el sube y baja de la vida. Disfrutando las cosas mientras están ahí, sin aferrarnos, con un espíritu de profundo asombro y agradecimiento respecto al misterio de la existencia.
La sensación de estabilidad es altamente seductora, la veo similar a la representación de la solidez. Ambas te venden una idea de seguridad que todos anhelamos, son como dos caras del mismo espejismo, intangible y poderoso.
LA INCERTIDUMBRE COMO CLAVE DE TODO
Negar algo nos cierra a entenderlo, pero dudarlo nos abre a cuestionarlo, reflexionarlo y hasta quizás descrifrarlo. Nuestra vida cotidiana sigue estando regida por el materialismo de la era de Isaac Newton. Ateniendose a lo mecánico y a lo cuantitativo, enfocada en la materia (en lo que vemos y podemos medir). Cualquier atisbo de certeza de la propuesta de Newton fue derribada con la llegada de la física cuántica en la ciencia moderna. ¿Por qué no incorporamos la vaguedad de esta última en nuestra vida diaria? Creo que el estar cómodos en la incertidumbre es de los regalos más poderosos que nos podemos hacer como especie. No clasificar y cuantificar ideas o situaciones constantemente, sino convivir con ellas desde el respeto y la curiosidad, queriendo comprender pero aceptando que hay mucho que uno todavía no entiende.
Carl Sagan decía que damos sentido a nuestro mundo con la valentía de las preguntas que nos hacemos y la profundidad de nuestras respuestas. Siento que el cuestionar nuestras estructuras y no dar las cosas por hecho es imperativo para nuestra existencia. Poder descanonizar la certeza y abrazar una nebulosa de cuestionamientos con una mente inquisitiva pero un entusiasmo casi pueril. Entablar una conversación con la duda para ver como se convierte en un océano de posibilidades, mientras nuestros espíritus danzan ligeros al estar regidos por la pauta de la no-solidez.
La incertidumbre como posibilidad y nosotros pudiendo trascender los cánones de lo que actualmente consideramos realidad, fundiéndonos en un abrazo con lo desconocido.
Ana Montiel